27.10.19

Salida de campo - Cementerio de Gachetá


Universidad de La Sabana
Investigación social


Salida de campo
El turismo en un cementerio

Era el domingo 13 de octubre, ya no me quedaba oportunidad de hacer mi salida de campo, y lo peor del caso era que no sabía a donde ir. Había pensado en tantas opciones, de unas no estaba segura de que me sirvieran y otras no estaba segura de ir y no sabía quien me podría acompañar, fueron tantas ideas que al final no pude elegir.

Al llegar de trabajar el domingo en la madrugada (3:00 a.m) a mi casa, mis papás me dijeron que debíamos ir a visitar unos familiares a Junín, Cundinamarca. Solo me angustiaba mi turno de trabajo el domingo en la noche y buscar el tiempo para la salida de campo, pero al final debía ir. Estando allá decidimos quedarnos y devolvernos el lunes, aprovechando que era festivo.

Así, el lunes 14 de octubre, tras una conversación con mi familia encontré el mejor sitio para realizar mi salida de campo, el cementerio de Gachetá. Supe que sería el lugar adecuado pues desde que soy cercana a la iglesia, ir a un cementerio se convierte en un momento completamente incómodo pues percibo que me cargo de muchas energías y nunca me siento bien, excepto en el de Chía, pues allí están los restos de mi abuelo y al contrario que en el resto, cerca a su tumba estoy tranquila.

Iglesia principal del Gachetá
Este cementerio sería el indicado pues además de ser el más grande de la región, es considerado un de los principales lugares turísticos de Gachetá y ya que estos municipios son cercanos y mis papás quisieron aprovechar el tiempo para ir de Junín hasta allá.

No podía dejar de pensar como un cementerio sería turístico. Después de recorrer el pueblo y conocer otros sitios como la iglesia, empezamos a pedir indicaciones para llegar al cementerio, a pesar de que ellos no querían, pero entendieron que no era capricho sino el lugar perfecto para mi investigación.  No queda en el centro del pueblo, de hecho, el cementerio queda sobre una montaña pequeña al borde del pueblo.

Al llegar a la entrada fue inevitable notar la placa que confirma lo que tanto me habían dicho “Considerando un atractivo turístico de índole religioso… uno de los más bellos de Suramérica”. Tuve miedo de entrar pues no sabía como me empezaría a sentir, pero al ver que mis papás entraron tan tranquilos me sentí más segura.

Lámina a la entrada del cementerio

Tal como me había dicho una señora en el pueblo, las rocas del lugar se llevan toda la atención de las personas justo desde el momento en el que se entra. El camino esta en medio de una montaña rocosa de mármol que se forma como un acompañante de la ruta dentro del lugar.

Al principio me sentí tranquila, pero al avanzar y empezar a notar las tumbas en medio de la montaña la angustiar me llenó un poco, no quería sentirme mal, pero el asombro de la infraestructura del lugar no me dejaba pensar en mí, sino en como estas tumbas llevan muchísimo tiempo ahí.

Entrada del cementerio
¿Cómo abrieron los huecos en la montaña sin correr riesgos? ¿Por qué hacer el cementerio ahí y no dejar el lugar tan bello como un parque o algo similar?

No dejaba de pensar en estás preguntas como éstas mientras avanzábamos y al mismo tiempo notamos como cada vez se veía como un cementerio común. Las zonas en las que las tumbas son pequeñas y se ven hasta juguetitos cerca, por lo que deducimos que es la parte para los niños, después la zona de las tumbas pequeñas que tan serias y frías como se acostumbra, pensamos en que son los osarios y al final en la parte alta, los bordes del camino, con gran longitud estaban llenos de muchas tumbas, cada una distinta a la otra, decorada diferente y de distintos tamaños, unas con una cruz, otras con varias, otras con un simple palo y hasta tumbas sin nombre, todas regadas y sin ningún orden me hicieron despertar la angustia pues un cementerio nunca va a ser una zona de confort para mí.



Al llegar al altillo en el que se encuentra la capilla me empecé a sentir agitada y cansada pero no le puse atención, tal vez solo era cuestión de todo lo que habíamos caminado. Desde allí arriba se ve como entra gente, muchos con una actitud normal a visitar a sus familiares, otros llenos de tristeza y flores en las manos, y otros con la misma cara de asombro que nosotros, ahí es cuando uno se da cuenta de quién es cada persona, habitantes, familiares y turistas del lugar.

Rodemos la capilla con curiosidad y notamos como el lugar es mucho más grande de lo que pensaba, pero la pesadez que sentía aumentaba a cada paso que daba, no quería seguir avanzando, además me sentía molesta de como mucho turistas no respetaban el lugar, después de todo, sigue siendo un cementerio, y muertos de la risa posaban para una sesión de fotos, al ver esto recordé de la evidencia que sería bueno tener para mi trabajo, igual allá esta únicamente por esto. Así, con mucha cautela saqué mi celular y tomé muy pocas fotos a medida que íbamos saliendo, y justo al final, mejor dicho, a la entrada vía el letrero que prohíbe las fotos, ver eso fue lo que hizo cambiar todo lo que sentía pues la situación me dio bastante risa, pero la evité como pude.

Vista del pueblo desde la perspectiva del cementerio

Al salir me di cuenta de que sin planearlo llegue al lugar indicado para romper con el confort de conocer sitios, y en general, pienso que no haberlo planeado me permitió vivir una experiencia distinta pues no tuve la oportunidad de pensarlo mucho o prepararme psicológicamente para ir, fue una experiencia muy natural que me dejo muchas emociones y sensaciones que no esperaba nunca sentir en un cementerio.

Finalmente y camino a casa, grabé un audio con lo que había vivido, pues me conozco y sé que mi memoria no da para recordar cada detalle, como el orden del lugar o ciertas sensaciones del momento.